Alegato de Soledad Glaciar, mama de Blas Correas

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Por qué lo mataron. Por qué mintieron. Por qué ocultaron. Por qué lo abandonaron. Por qué lo dejaron morir.

Créanme que albergaba una mínima esperanza de poder llegar a escuchar de boca de los acusados algo de verdad en este juicio, algo que para mí hubiera sido muy reparador. Pero más allá de que han quedado absolutamente probado todo los hechos por los que han sido acusados, lamentablemente de parte de los imputados y en el legítimo derecho que les asiste —derecho que no le reconocieron a Blas pero que sí queremos que se les reconozca a ellos— nos hemos encontrado con excusas y en algunos casos, incluso con más mentiras, pero sobre todo, sugestivos silencios.

Vine a tratar de encontrarme con lo que me queda de mi hijo, con su recuerdo; tratar de reencontrarme con la verdad que me acerque a Blas, que salió esa tarde de agosto y no volvió jamás a aquella que fue su casa. Pero que por alguna extraña razón que aún no llego a comprender, decidió instalarse en el corazón y el recuerdo de cada persona que habita esta bendita provincia.

En su memoria, pero sobre todo por los que hemos quedado vivos y por las generaciones por venir, les quiero pedir encarecidamente señores jueces, y señoras y señores del jurado, un fallo verdaderamente justo y correctivo. Y no sólo para las personas hoy sentadas en la silla de los acusados, sino fundamentalmente para todo un sistema policial, que, como ha quedado claramente demostrado, ampara, legitima y enseña a sus agentes, a matar y mentir. Y cuándo caen en desgracia, los abandona para siempre.

Para que NUNCA MÁS alguien tenga llorar a sus seres queridos fruto de la violencia institucional en Córdoba. Y para que NUNCA MÁS alguien les tenga que volver a pedir a los jueces de esta provincia una sentencia justa, movido por el tremendo dolor que genera la espantosa pérdida de un ser querido asesinado con armas, balas y acciones policiales, empuñadas y realizadas por personas que fueron entrenadas por el Estado cordobés, supuestamente para cuidarnos, y no para mentir, ocultar y asesinar.