En 1857 Gustave Flaubert por “Madame Bovary” y Charles Baudelaire por “Las Flores del mal”, son acusados y llevados a juicio junto a sus editores y a los encargado de imprenta, por “ofensas a la moral pública y a la religión”. La censura por vía judicial era común en la época. Una de las principales figuras que utilizó el fiscal fue que las obras cuestionadas cometían «abusos del lenguaje». Baudelaire fue condenado y Flaubert, absuelto. En el caso de “Madame Bovary”, la distinción entre autor y narrador permite la absolución. Para la columna de hoy exploraremos la noción de “abusos del lenguaje” y la nueva figura emergente: el narrador. De este modo, y a partir de estos juicios, podemos repensar la tensión siempre vigente entre libertad de expresión y censura.
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