Hablemos de Guevara.
Pero tratemos de sacar la pompa y el lustre que esconden algunas claves para conectarnos con el hombre.
Pensar en un niño, nacido en una familia clase media, criado entre republicanos exiliados en Córdoba.
Acercarse al hombre detrás del mito.
Indagar la historia en su dimensión humana, más allá de la épica revolucionaria.
Dejar al Che de las remeras, al modelo político, al sujeto emblema de la lucha armada de los pueblos oprimidos.
Enfocar a Ernesto.
Imaginarlo hoy, aquí y ahora.
A veces pienso que tanta idolatría, tanta fama estampada, tanto mito político, tanto héroe romántico, depositado en alguien que era sobretodo, humilde y despojado, tiene un efecto negativo.
Por ahí aleja a Guevara del resto de los mortales, tal vez obtura la posibilidad de entenderlo en su tiempo desde este hoy tan complejo.
Tal vez cierra la posibilidad de comprender su esencia mas allá de las circunstancias que le tocaron vivir.
Quiero decir ¿dónde estaría? ¿qué pensaría? ¿que haría? ¿qué diría?
Hoy Guevara sigue lanzando preguntas que nos cuestionan desde el viento de la historia.
Y ese es su legado subversivo.
