La más pequeña de la casa enloquece mirando videos de pingüinos, los emperadores de la Antártida entrenan a sus crías para deslizarse sobre el hielo o sumergirse en el mar helado.
Gala se divierte, no lee que en la parte superior de la pantalla un estudio científico pronostica su desaparición para poco más de setenta años por entonces, ya no estaré aquí para recordarlos y contar como era el mundo antes de ésta y otras catástrofes ¿Cuántas especies se extinguirán definitivamente? Aves, peces, mamíferos, insectos, plantas, árboles, etc. Tendremos inteligencia artificial pero ya no habrá biodiversidad, tendremos hologramas, presencias virtuales, metaverso, clones pero el mar estará repleto de desechos y su fauna será una rareza de encontrar.
¿Cuántas ausencias vitales en un mundo robotizado? ¿Cuánta nostalgia de selvas, montes, salares, glaciares, deltas? estarán las imágenes, los libros, las canciones que hablaran de este mundo maravilloso que no supimos conservar el futuro, ya fue, nos lo comimos a dentelladas de consumo, lo destruimos a puro extractivismo, frenar este impulso capital, detener este instinto caníbal parece imposible y al mismo tiempo es la única posibilidad que estas generaciones que vienen y las que están comenzando a vivir puedan ver aquello que ninguna máquina, ningún potencia comercial puede crear.