«La pesadilla es la realidad»

Me desperté de una horrible pesadilla
todos usaban barbijo
como las madres de barrio Ituzaingó
las escuelas, los cines, los teatros estaban cerrados
pero abrían bares, restaurantes y shoppings
no había transporte urbano ni interurbano
se podían juntar los familiares a comer los domingos
pero se prohibían las reuniones de amigos
muchos ni se veían
pero discutían y se amaban a través de un celular
el gobierno decretaba un impuesto a la pobreza
porque los ricos no podían más de tristeza
desmontaban hectáreas de bosque nativo
para instalar factorías de cerdos
con destino de chuletas para alimentar a los chinos
las víctimas de violación eran sometidas a interrogatorios televisivos
jubilados violentos mataban a tiros a jóvenes marginados
las empresas que durante décadas se llenaron de guita
a costa del sudor de sus empleados
ahora cobraban un subsidio estatal para esclavizarte mejor
las falsas verdades circulaban como un virus
pastores, presentadores de noticias, coachs, nidos de trolls y gurus
invocaban dogmas indiscutibles
y el pensamiento científico era condenado por dudar de esas certezas
en cada pequeño trayecto que realizaba
policías e inspectores me tomaban la fiebre
y me preguntaban
¿a donde va? ¿de donde viene?
cuestiones que nunca tuve claras
carteles en la vía pública decían
“Nadie sale vivo de aquí”
o “Sálvese quien pueda”
confundido y angustiado
pensé
estoy soñando
como en un sueño lúcido
me aferré a la vigilia
y salí de ese infierno
que bueno que nada de esto es real

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