Lo inconcebible es como las victimas del genocidio nazi se convirtieron en verdugos.
Esa paradoja demencial es una de las tantas dificultades que sufren los palestinos en soledad.
Las Naciones Unidas aprobaron hace décadas el derecho a tener un Estado.
Pero Estados Unidos socio asesino de Israel viene impidiendo su conformación.
Palestina es un territorio dividido por muros, violado por asentamientos judíos y ocupado militarmente.
Gaza, cercada y atacada impunemente.
Cisjordania aislada, acosada, económicamente inviable y humanamente insoportable.
Todos deberían ir a Palestina para tener idea de lo que es vivir bajo ocupación de un ejército racista.
Para ver lo que significan cotidianamente los muros que separan a vecinos, a parientes, a niños que antes jugaban juntos en la calle.
Cómo las mujeres palestinas tienen que caminar kilómetros para poder cruzar hacia el otro lado, sometidas a jóvenes militares racistas de Israel, que controlan los pasos.
Para ver cómo ese mismo tipo de jóvenes anda por las noches, protegido por fuerzas militares de Israel, para destruir sus bienes, sus olivos, que tardan un siglo en crecer.
Para sentir cómo los palestinos son atacados en su orgullo, en sus espacios mínimos de vida.
Todos los que celebran la eficacia de Israel deben saber que las vacunas nunca llegaron a Palestina.
En estos últimos bombardeos murieron mas de 20 palestinos, en su mayoria niños y mujeres.
La avanzada sobre Jerusalem implica el desalojo y expulsióin de barrios árabes enteros.
Hay hambre, no hay agua, no hay luz, no hay esperanza.
Nada de todos estos sufrimientos justifica acciones violentas
Pero ¡¿cómo hacen los palestinos para no reaccionar al terrorismo cotidiano que se ejerce en contra de ellos?!
La nueva ofensiva brutal de Israel revela la soledad de los palestinos.
No pueden contar con nadie que detenga a Israel.
Nadie que se juegue, en contra de los Estados Unidos, por la existencia del Estado Palestino.
Mientras eso ocurra.
No habrá paz.
