El odio no tiene patria ni dios
se disfraza de diversos colores para atacar
canaliza la frustación diaria
revienta en manos alienadas
dibuja heridas sobre estúpidas razones
no es fiel
ni a los verdugos
ni a sus víctimas
el odio descansa en la platea de la intolerancia
sale a matar desde la impotencia
patea el tablero ciego de omnipotencia
el odio habita en corazones cobardes
el odio se esconde entre banderas, religiones y clases
que justifican masacres con discursos resentidos
que habilitan crímenes en nombre del vacío
ese que duele en los huecos del alma
ese que horada la capacidad de amar
ese que apaga la posibilidad de vernos
desnudos, iguales, fraternos
la sociedad espectaculariza la violencia
la consagra como la única salida
deshumaniza las palabras
idolatra a rabiosos y feroces
nos convierte en efímeras partículas
peleando hasta reventar