A comienzos del 2000
Jose Pepe Ribas
fundador de la mítica revista Ajo Blanco
protagonista de la movida de los 80’ en Barcelona
me comentaba asombrado sobre la cultura viva de Córdoba
“Oye, que esta ciudad va a ser un polo cultural latinoamericano”
ante mi mirada escéptica
desplegaba la posibilidad de que despertaramos de un largo letargo
habìa bandas a montones que detonaban el underground
el teatro ya venìa deslumbrando con sus puestas internacionales
el cine comenzaba a mostrar sus primeras quijoteadas
la universidad era un imán para jòvenes de todas partes
pero no había polìticas pùblicas
Orestes Lucero había dirigido la secretaría de cultura
con un logo que absurdamente materializaba la gestión municipal
era una banana
y no era un tributo a la tapa de Velvet Underground
sino que se traducía en Plata No
esa era la bananizaciòn de la cultura
la banalizaciòn del rol del Estado
de ahí en màs el sueño de Ribas
de una movida artística cordobesa
se fue haciendo realidad
por la prepotencia de trabajo y talento
de miles de artistas que sacaron a circular sus producciones
en las calles, en los bares, en los centros culturales
cualquier espacio erá válido para congregar
para producir el encuentro humano que abre la cultura
pero el Estado siempre ausente
siempre poniendo guita para amigues y famosos
siempre mezquinando el mango para los artistas independientes
a pesar de eso
Còrdoba es un polo cultural
de importancia trasnacional
esa tensión entre la fallida gestión pública
y el empecinado movimiento de sus artistas
arrastrada durante dècadas
hoy tiene un nuevo capìtulo nefasto
con el vaciamiento de áreas claves de la devaluada subsecretaría de Cultura
dejando sin trabajo a cientos de empleados municipales
así vamos
perdiendo la enorme posibilidad de hacer cultura en Córdoba
de construir identidad comunitaria viva y revolucionaria
para quedarnos encerrados en las lógicas mercantilistas
y en la ceguera de los que gobiernan
