Resistencia a la maquinaria de guerra

El juicio y la sentencia por el crimen de Blas Correas puso en evidencia como se aplica la política de seguridad que surgió en 1974 con Navarro y Menéndez, y después Angeloz, Mestre, De La Sota y Schiaretti continuaron. Sonia y Soledad juntas representan la resistencia a la maquinaria de guerra del cordobesismo. Hay un hilo del terror mediterráneo que une los desaparecidos y asesinados durante la dictadura, y los pibes muertos por el gatillo fácil en Córdoba.

La muerte de Blas no es una excepción, es absurda, duele, nos indigna, pero es el resultado de un sistema perverso que apela al miedo como disciplinamiento social para que no existan más jóvenes asesinados por el Estado. Hay que desactivar la política cordobesista, la de la Tolerancia Cero, la que encubre a sus agentes, la que apela a un cambio en las cúpulas policiales como recambió ante la presión social que estalla. Por eso este gobernador que permanece ausente para asumir el costo de sus decisiones debería revisar todo lo que hizo en estos años, los medios hegemónicos que golpean todos los días con su morbosidad deberían criticar las soluciones mágicas que siempre avalan, los ciudadanos que padecen diferentes formas de delito deberían cuidarse de no caer en la trampa del revanchismo.

Es un entramado de complicidades de diverso grado pero que han sostenido y reproducido un sistema de inseguridad donde las vidas valen menos que las balas que las matan, donde la verdad de esos crímenes vale menos que el discurso del odio al otro.

Lloramos a Blas para que esas lágrimas abran el corazón de una sociedad enceguecida por el miedo. Ahora hay que volver a investigar todos los crímenes contra jóvenes cometidos por la policía cordobesa que fueron disfrazados de enfrentamientos, ahora la prensa tiene que dejar de reproducir el relato violento de las instituciones de seguridad, ahora es nunca más.

Deja un comentario