«Sal si puedes»

La odisea diaria de quien vive en el Gran Córdoba
que por diferentes motivos debe entrar y salir de la ciudad
Gustavo sale en su Duna rojo de Salsipuedes
sabe que su destino está marcado en el nombre del pueblo que habita
pero sobretodo por los obstáculos que la ciudad pone
como una fortaleza medieval
asediada por bárbaros nómadas
la maquinaria urbana despliega fronteras arbitrarias
para dominar el espacio
deberá sortear el asedio de la caminera
una fuerza de choque
que recauda para la corona del gobernador
tienen órdenes de levantar multas
y siempre habrá un foquito quemado
un cinturón desabrochado
un matafuegos vencido
un exceso en la velocidad
un grupo de jóvenes demasiado jipones
algo que permita detener su marcha
y labrar el acta correspondiente
que algún juez de faltas
ejecutará sin piedad
salvo que aproveche la oferta de pagar ya
a mitad de precio la contravención
pero ahí no terminará su aventura cotidiana
en el ingreso al monstruo de cemento
tiene que abonar un salvoconducto para el acceso
una suma estrafalaria que nadie entiende como se establece
pero que claramente no se condice con el estado de las rutas
y que tampoco se sabe adonde va a parar
80 pesos para que se levante la barrera
por apenas más de 20 kilómetros recorridos
a razón de casi 4 pesos cada 1000 metros
pero esa billetera enflaquecida además deberá costear el combustible
con sus tasas, impuestos, excedentes, ganancias, marketing, etc…
cada día cada habitante fuera del radio capitalino
que tenga que entrar y salir de la urbe
para trabajar o estudiar
sentirá la soberbia extractiva
el robo naturalizado
el control arbitrario
el disciplinamiento del salvaje
como Gustavo sabe
lo suyo es Salsipuedes

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